30/8/09

De lecturas y fallas.

Apenas supe loque pasó con la lectura de mis discípulos, inmediatamente pense, primero, en abandonarlos a su suerte, dejarlos quer naveguen tan sin rumbo como lo hicieron ante mi ausencia, en esta lectura que intitularon Sub Specie Aeternitatis. Afortunadamente, por problemas de salud, no pude presenciar sendo ridículo de mis castigados educandos.

Por lo que escuche de algunos espías que tuve en el evento, hubo equívocos, errores garrafales propios de proncipiantes, en cierta medida, me siento avergonzado de que los haya aceptado como discípulos. Lo que admiro, y aún no dejo de sorprenderme, es su maestría hacer versos, que si bien no es algo digno de laureles, están en el justo medio de la genialidad y la mediocridad.

Según las fotos que me envió Elrich y lo que me contaron mis espías, pasaré a criticar susodicho recital.

Elrich, según vi y me dijeron, recito en gran medida, con la cabeza gacha, y aunque, según me dicen, tuvo buen volumen, se estropeo por su postura de niño regañado en su rincón, y sú voz, aunque fuerte -dicen algunos-, fue llana y monótona. Mi gran amigo, Ardo, leyo con voz austera y lenta -de lo cual ya tengo experienia en otra lectura y que no dudo ni un ápice que lo haya repetido-, cuando bien pudo prescindir de ese tono tan cansadamente lento. Don Leontesinos, el insigne narrador,y que ha tenido más fama como prosista y satírico, tuvo un buen desemvolvimiento como poeta y pese a que -según dicen- le estorbaba un poco de música de cierto taller, pudo recitar bien, audible cuentan las buenas lenguas, e intervino con cierta certeza; pero, al igual que Elrich, con un estilo llano y monótono. De Jorge Lavalle, insinge sátiro, no puedo hablar como yo quisiera, porque cuentan algunos que, pese a su ingenio para recitar, sus cambios de dicción y entonación, hubo momentos, cuentan también las buenas y confiables lenguas, que hubo fallas no precisadas, pero que por designios divinos o condescendencia humana, salvó la lectura y hizo reír a más de uno.

Aunque indignado por su bajo y muy criticable desempeño, sobretodo, que usen mi nombre para colgarse de la fama que bien o mal, trabajo me ha costado ganarme para hacerse notar ellos sólos, por eso mismo, omitiré nombres y sólo les diré, que si vuelven a hacer una lectura semejante, además de prescindir de mi asistencia, y hagan el favor, si lo leen (que yo creo que lo harán, porque soy tan indispensable y tan difícil de ignorar, siendo ya una autoridad como la que soy) ya que saben donde han fallado, de arreglar sus pequeños infortunios.

Octavio Guerra.

1/6/09

Con motivo de la reseña no escrita

Como el título lo afrima, dicha entrada fue enviada a mi correo por Leonid, el sujeto que cree ser el gran prosista del siglo que aún no comienza, y por motivos didácticos he decidido incluirla con todo y barbaridades gramaticales, faltas de puntualidad y atropellos lingüisticos cometidos por él, pero al final inserto una reflexión acerca del caso sucitado.

(Texto original)
Sabes que me convertí en un Axolotl??
y ahora tú pones un fragmento mio en tu hi, quizá el vidrio cóncavo del monitor está mutando en una pecera, --y me lamento por no estar allá-- y somos una representación de nuestro verdadero ser, al que no queremos conocer. --y hoy te miento para estar solos, tú y yo-- y no entendemos si somos creación de San Cortázar o de San Juan de Zapotlán; lo que sí sabemos, es que somos una especie dentro de un estánque, un mounstruo fálico, capaz de conseguir más víctimas que la serpiente. Pero al final no sabemos si él nos observa, o si somos él y observamos a una especie facinante, deseando ser él; y a la vez deseamos que él desee sea nosotros, cuando en realidad no sabemos que él somos nosotros, que nosotros somos él, y que nos observa y nos estudia, con la única intención, con el deseo de ser nosotros alguna vez...

(Respuesta de Guerra)
Estimado Leonid, debo decir que tu reflexión acerca del cuento de Cortázar es acercada a la realidad, te felicito por ese momento de lucides, aunque tus sentidos se encontraran nublados por esa nube etílica.
En cuanto a la valoración que haces de Arreola, queda un poco corta, popongo que ahondes un poco más en la obra del "Ultimo juglar" y lo vuelvas a intentar, pero con mayores argumentos.
Aún así, tu intención de reseñar temáticamete es buena y creo que no pudiste elegir a dos mejores exponentes de las letras mexicanas, aunque tu afición te haya traicionado y los hayas elevado al niver sacramental, recuerda que los apostoles adoran siempre a la deidad que esta viva y que los guía en su travesía por el mundo terrenal.
Sin mayores objeciones, y salvo lo pequeños errores, pero ya corregidos por mi, te dejo para que reflexiones sobre éste texto que me enviaste. Y por favor, no presiones más con la antología de Cortázar, toma en cuenta que ya hay buenas ediciones de eso y una mía representaría pérdidas para Alfaguara, Imagen y demás edtoriales que se han atrevido a seleccionar y mutilar la obra de ese gran escritor.

24/5/09

La desesperación del fuego

Cómo en su deseo, de regresar al vientre, a su origen intrínseco, cómo al sentirse totalmente desterrado de su lugar de procedencia ancestral. El fuego que nace del frote y acumulación, de la fricción en el planeta tierra, busca desesperadamente a un compás cuando no cadencioso, feroz, y hasta alucinante, siempre insistente claro aun grado desesperación en máximo, cuando no puede más y busca, esperanza no pierde, aun de el desprenderse de su; combustión que lo vio nacer sea, una cabeza de cerillo a la caja de cerillos y sus vertebrales cafés;
Apenas nace abre los ojos a los rededores y enseguida añora; alza los brazos, se mueve, desesperadamente sintiéndose fuera de lugar, ni mira bien lo que o rodea y al poco rato comienza a retorcerse todo su ser como por escapar siempre hacia arriba, haciéndolo con tanto fervor y cuando se cansa y sabe de ese inútil esfuerzo que aplica al querer desprenderse de sea lo que lo haga combustionar No se dirá que la flamita, no es atraída por la fuerza de la gravedad, hacia abajo como casi todo lo demás que suele quemar, por algo más que esa fuerza de voluntad que posee en su intrínseca desesperación por elevarse para llegar y abrazar a esa especie de energía que la seduce y cuando mira su rededor y reconoce ese llamado que más allá fuera de la capa de ozono viene y siente ella la atracción. Mirándose alejada de su madre que bien podría ser El Sol o pensándolo de otra manera, alguna estrella en el infinito del universo su origen maternal se encuentra.
Y creyendo que puede alcanzar ese su origen de nuevo la flamita, desespera y espera que un día todos los fuegos del mundo suban unidos invocados por algo unánime a la galaxia de su natalidad. El señor fuego terrestre, no es atraído hacia abajo como casi todo lo demás que suele quemar. El señor fuego siente el llamado, de algo que esta fuera de nuestras sensibilidad en todas representaciones el prevé que el incendio en llamas allá es más enfiestado y de ahí la desesperación en su danza por volver a su sentir intrínseco de origen, alzando las manitas ansiando el partir.
Octavio Guerra

Enfoques.


Enfoques.

—“Bueno ese bruto, animal, bípedo empedernido, cree que todo es como de caramelo o qué demonios le sucede a ese animal. Apunto de matarse y dice; “¡ay! míralo como intrépido”. Sí, como intrépido; eso locura es seguro. Luego el torpe creyéndose inocente, pero qué le pasa como hasta se cayó y mirando al viejito que ahí estaba y no pudo frenar, pero bueno eso sí qué divertido, lo malo es que si en ese momento no hubiera estado ¡tan…ay! ahí la lela de mi; te sientes bien, no te lastimaste muy feo, pero qué le sucede a ese bruto; si es como un trapo sucio embarrado de semen tirado en un rincón, pues puede hacer lo que los profes piden, pero es bien ñoño quiero decir, a mí no me gusta la palabra ñoño”

Podía verse así andar con una especie de aire que aparentaba como si algo muy certero esa señorita tuviera dentro de sí, era Yeinulí, que de pronto sentía desde su más arraigado ardor del pecho algo que brotaba y emanaba en forma de coraje, una energía que ella misma no podía explicarse pero que la aventaba a caminar con toda decisión ese tramo que de alguna manera le parecía conocido y le traía algún recuerdo de antaño como si el recuerdo de verdad relumbrara, a pesar de su estado colérico de momento. Ella había dejado de caminar años atrás ese rumbo y por el cual decidida con toda firmeza, sabía que no volvería a pisar no volvería a pisar porque era ridículo y no sólo eso sino que también era sorprendente para su alto grado de percepción que hubiera seres así. Ella iba pensando en lo desagradecido y lo poco perceptivo en cuanto a sensibilidad que llega gracias a la irracionalidad y así podía ser una bestia o dos o tres o hasta en algún momento, de lo que ella consideraba su etapa primera, todo el mundo humano podía ser una bestia y más gente como ese Trunsky Centéno.

— ¡Oh!, esa mujer Yeinulí, cómo es que habrá pensado de mí después de todo lo sucedido, pero ésta naturaleza que agarra el ser y de pronto por arte de magia por arte de algunas plantas o por arte de la contemplación o por arte de una piel como la de Yeinulí o por arte o harte de cualquier cosa, agarra el cuerpo eso que hemos acordado nombrar como “cavernicolésco” dentro de todas las sensaciones en recepción del cuerpo lo apaña. Y uno así de virginal ante la primera o las primeras veces de muchas cosas y ¡oh!, qué es lo que sucede cuando se desborda en el cerebro imágenes y hasta las palabras son muy largas para pronunciarlas a la misma velocidad que las imágenes arremolinándose dentro, luego así de esa manera, qué dirá Yeinulí, o dirá algo, cómo hasta su bicicleta apareció por acá, supongo que eso fue obra de alguna intrepidez, je, je, intrepidez que palabra tan para mujeres he pensado, pero me atormenta Chuela, me atormenta; qué dirá de esa demostración que el azar da a jugar a una alama cualquiera, donde pareciera que no, pero esa alma se juega la vida y el azar de pronto dominándolo todo y cómo habrá visto ella sobre sus ruedas de bici rosa, que ahora veo, cuando pedaleábamos y avanzaba yo delante de ella y ¡fraz!, que se resbala gracias a la lluvia que comenzaba a arreciar, mi pie derecho y con el impulso del resbalón del pedal que sufrió mi pie todo cuerpo se inclinó hacia ese lado y tras de mi un camión a un lado del camión cuando de reojo mire, Yeinulí con un rostro de no saber muy bien lo que sucedía frente a sus ojos pero que adivinaba no grato, mientras yo, ¡ah! Chuela; tratando de controlar primero el manubrio y después de acomodar el asiento que gracias al impacto con el pavimento a alta velocidad de mi pie resbalado, se había puesto chueco de su lugar, y ahí con el morral cargando con el vino dentro, que era lo que más tenia que cuidar, pero qué intrépido te das cuenta Chuela, Chuela pero qué intrepidez, todo eso sobre un puente mojado. Dónde dime tú de dónde más y luego esa noche, ¡oh! La tinaja de agua hirviente del choque cromo somático que hablaba Don M.S. Papasquiaro, como dice **** en la entrada de su análisis sobre el libro del quijote, en la edición del cuarto centenario del libro “antes que nada Don Quijote de la mancha”, así a éstas andadas de cegatones, “antes que nada ese choque cromo somático con ella, con ella” con ella Chuela… de ahí para acá todas las intrepideces y brotes frutaletrales abundan dentro del lago pantanoso de mi mente hasta una lila ha nacido ahí imaginate nada más Chuela, ya se que no puedes imaginar pero ojalá y me equivoque.

Decía Trunsky Centéno a su plantita Chuela, que tenía ese nombre pero su abuelita no acordaba que la plantita tuviera tantos apelativos en el mundo, ya que cuando se la regalo él le dijo: “ahora tengo que pensar qué nombre le pondré a esta plantita, que mira ya tiene ese nombre y es el genérico, pero también es una de esas enredaderas porque de esa manera crecen y también ese es su nombre, ese ya es su nombre propio, pero ese nombre propio no me gusta mucho, a lo mejor y otro nombre puede tener”. Su abuela con un tono de querer cortar radicalmente la platica sobre ese tema le dijo,” Esa plantita se llama, Teléfono y ese es su nombre y ya”. Trunsky Centéno sabía que el podía llamarle de otro modo, a pesar de que ya sería el cuarto nombre que le otorgara, pero ya que sabía que en muchos momentos charlaría con ella y necesitaba llamarle de alguna manera que le agradara a él a fin de cuentas era su planta y no podía protestar ella, o sí podía y si Trunsky Centeno veía que su planta en señal de protesta por el apelativo feo que el le había puesto, dejaba de crecer o crecía más lento pues le cambiaría de nombre, pero hasta ese momento le llamaba “Chuela”, como era una enredadera y se acordó de las habichuelas y le pareció pensar que una habichuela era como una planta que crecía y crecía como en el cuento ese del niño que sube por una planta y encuentra un gigante, así llamarle Habichuela a su planta, no le parecía ideal nombre para una planta más sí para un gato o gata, mejor Chuela, nombre digno para una planta y más para su planta con la que en ese momento platicaba, como ya se sabe acerca de cómo era posible que las benditas causas y azares se hayan conjugado para enjuagar su ser en algo tan lindo como lo que había sucedido.
Tocó el timbre Yeinulí del hogar de Trunsky Centeno, a este le parecía raro que a esa hora hubiera alguien en la puerta llamando, y salió
— ¿Quién es?
—Yo, Yeinulí.
— ¡Oh! Yeinulí, pero mira nada más mujer ¡oh!, que he hecho yo para merecer tan bendito regalo sin duda caído del cielo y es que ...
—Ya, ya no exageres sí Trunsky, sí pues ya ves, cómo estas, cómo te sientes... mejor que ayer supongo, por que supongo sí recuerdas lo que ayer sucedió, con eso que ni te acordabas si habías llevado tu bicicleta o no —en estas palabras ya se encontraban ambos sentados en el borde de una baqueta y Trunsky Centéno comenzaba a sentir algo que no previsto en el mapa celular de Yeinulí había registrado—, y ahí andabas diciéndome que te diera ti bicicleta con la que me habías ido a visitar, pero por favor Trunsky, sí tu llegaste...
Trunsky la escuchaba atento a todo lo que ella decía por el efecto de no lograr adivinar el porqué la bicicleta de ella estaba ahí, en su patio
—...llegaste caminado y sí recordaras que regresamos caminando y hasta parecía que todo lo que te decía nada entendías de pronto podía hilar una que otra frase que acordaba pero de un momento a otro ya te enlazabas a algo que ni al caso y bueno estuviste algo raro, luego te pones a decirme que si no te podía pasar tu bicicleta, ¡ah!, mira nomás en qué estado te encontrabas y así osas ir a visitarme
—Bueno Yeinulí, sí bebí un té muy delicioso que es una flor y de una flor, aquí nace como en Centroamérica es una flor tropical, y la verdad si es que sucedió eso de la bici, pues no recuerdo el preciso momento en que te la pedí, tal ves ahora que lo mencionas en mi mente comienza desenvolverse la imagen, de cómo cuando me dijiste que sería mejor que me fuera a mi hogar, al mirar dentro de tu patio mire mi bici la cual por supuesto no sabia que había llevado o no. Y bueno no hay excusa, recuerdo el camino claro y la luna y la energía que en forma de luz salía delos faroles que nos alumbraban, cuando tu crees que yo estaba un poco raro. Y también recuerdo eso del abrazo que dices te rechace y no fue así sólo mi cuerpo gelatina se volvió demasiado esa sensibilidad...
— ¡Ay sí!, ¡ay sí!, sensibilidad, pero cómo va ser así, sensibilidad hubiera sido que no arriesgaras tu vida de esa manera la primera ves que salimos a pasear y tu sabes que no fue solo un paseo, y tu arriesgando así tu integridad, pero dime crees que eso es ser sensible y consiente, crees que eres sensible cuando, sucede lo que paso ayer, pues que tu crees que eres un jovencito de qué edad o qué. No, no Trunsky así no se puede y mas que no se pueda, la verdad la que no puede soy yo, me podrías pasar mi bicicleta por favor.


Octavio Guerra.

7/5/09

Los secretos bien guardados.

Algunas historias que nos cuentan sobre piratas cuando eramos niños (o por lo menos a mí sí me las contaron), relataban que los capitanes, cuando morían, dejaban sus tesoros escondidos en un lugar que sólo ellos conocían, y el mapa, junto con el secreto, se lo llevaban a la tumba; luego algún aventurero osado y gallardo decide buscar el mapa del capitán "X" para hallar su tesoro... bueno ya conocen el resto de la historia, por lo menos a los que les contaron historias como a mí.
Así hay muchas historias de mucha gente que se va a la tumba con algún secreto, o lo guarda durante mucho tiempo; simbólicamente podría tratarse de la ubicación del tesoro que enriquecerá a alguien más y quien guarda el secreto es demasiado egoísta para cederlo sin más. Se ve en telenovelas, en libros, en poemas, cuentos, novelas, etcétera. Algunas veces bien empleado.
Hay una forma más de ver el secreto: El poder sobre otras personas; a veces no sólo la envidia actúa para resguardar algo de los demás. El rey Basilio de La vida es sueño mantenía su poder sobre Segismundo ocultándole que él era el principe y heredero legítimo del trono porque le temía; era su manera de tener cierto control sobre su cautivo y desdichado hijo. Después de varios años, decide que debe saber la verdad, pero no le muestra la verdad completa o perdería el control sobre el principe que habría de matarlo y usurpar el poder; claro, le dice laverdad, pero si todo resulta según sus predicciones, le dirán que todo es un sueño:

A Segismundo, mi hijo,
el influjo de su estrella
(bien lo sabéis) amenaza
mil desdichas y tragedias [...]
Si él supiera que es mi hijo
hoy, y mañana se viera
segunda vez reducido
a su prisión y miseria,
cierto es que de su condición
que desesperara en ella (vv. 1098-1101 y 1126-1130)

El plan consiste en engañar con la verdad, así Basilio no teme que los hados cumplan lo que le tienen preparado, su hijo sabrá la verdad, pero creera que no es real, así seguirá sometido a la mentira de su padre en caso de cumplir con lo profetizado por los astros.
A veces se cree que poseer una verdad no revelada nos da cierto poder sobre quien lo ignora, pasa de la envidía inicial al complejo de superioridad; es cierto que la información es poder, cuando no está masificada, de lo bueno poco, entre menos se abarca más se ahonda en algo. Pero ocultar algo personal, o algo que beneficiaría a alguien y que ese alguien desea saber otorga poder, deseo de controlar y sentirnos gobernantes de ese alguien; hace muchos años, cuando era joven, estudiaba en secundaria, una niña me decía "hay una niña a la que le gustas, pero no te voy a decira quien", y me hizo cumplirle hasta el menor capricho para que me lo dijera; años después me enteré que era ella, y lógicamente, yo mataba por darle un beso. Obtuvo todo el poder sobre mí por sólo por saber algo que ignoraba y quería saber. Así sucede de vez en cuando, aún ahora a mi larga edad, no que llegue una mujer y me diga sé a quien le gustas, pero la curiosidad en mí es grande y cuando alguien sabe algo que yo ignoro y tiene que ver conmigo, pues hago hasta lo imposible por saberlo.
Y claro, los más clásicos secreto, por los que uno sufre gran parte de su vida, los que no se quieren decir no por egoista, no por sentir el poder sobre otro, sino porque los resultados son dolorosos. Una sugerencia eficaz para aquellos tímidos la cuenta un gran señor que admiro, Juan José Arreola, en su poema en prosa "Dama de pensamientos" (Obras completas, Fondo de Cultura Económica, 2006, pág. 403), donde sugiere que tomemos cualquier mujer de nuestro agrado y la retengamos en la mente, y nos complazcamos en verla deambular por nuestra mente como un felino inquieto y lleno de gracia. A veces pasa, Elrich Zahn es especialista en timidez, no puede decirle a la chica que le gusta, que le gusta, por miedo al fracaso, por miedo al dolor, y hasta puede que tenga miedo al triunfo, que se le acabe su mundo de fantasías. Cuando no queda otra salida, pues uno se conforma con verlas pasar, con amarlas a la distancia, como Zahn, o como Carlos McKenzie, en ocasiones a Leontesinos le sucede algo semejante, y a Jorge Lavalle; "Te vi de lejos, única./Te recorte del aire./Te puse entre papeles,/ donde no te mira nadie. (Enrique de Rivas, "Posesión", en En la herencia del día, Universidad de Zulia, Maracaibo, 1996, col. Arte y letras, pag. 15)".
Aquello que crea el secreto en cada persona es basto, pero no siempre bueno, la falta de confianza en otros, en uno mismo, refleja la ineficacia de la relación entre el mundo interno y el externo. La extroversión es buena, cuando es controlada, controlada, hay que saber en quien confiar, y aunque sólo podamos confiar en nosotros mismo, vale la pena despeñarse por revelar un secreto, beneficiamos a otros, nos beneficiamos nosotros mismos; pero tampoco hay que ser un libro abierto.

Octavio Guerra.

29/4/09

La influenza, una mala influencia

A lo largo de mi vida, que no estan corta pero les puedo asegurar sin miedo que tampoco es tan larga, me ha tocado vivir demasiadas decepciones como para saber que todo el mundo miente, engaña e intenta ser lo más hipócrita posible por no dejar a la luz que tienen problemas, que son perfectos y que de lo último que se les puede acusar es de algún defecto; abundan en todos los lugares: universidades (sobre todo ahí), bares, congresos, plazas. Hay una larga tradición de aparentar frente a los otros, ya Quevedo satirizó está situación en varios poemas, igual que Cervantes, Calderón, incluso en nuestros tiempos, los Dialógos sobre pretención, hedonismo y otras supercherías que fueron editadas por Paradoja ediciones, en la cual hemos participado Elrich McKenzie, Leontesinos, Ardo Castillo, Jorge Lavalle y su servidor, y hemos contribuido cada uno hablando acerca del papel del engaño cómo maquillaje con los cuales sólo resaltan los errores de los demás.
Así, estos peluquines, labiales, sombras, rubor, depiladores y demás terrores que uno se aplica para verse "mejor", se pueden aplicar en casi cualquier ambito. Aún recuerdo cuando estuvo de moda que todo mundo hablara del chupacabras que debió llamarse mejor chupaeconomía, luego vinieron los ovnis, a secuestrar nuestra atención y llevarla lejos de guerras mal infundadas e injustas, luego el "problema emo" con el cual se conmovió todo el país por una bola de niños que ni siquiera saben lo que quieren pero son agredidos -¿por qué no mejor transmitieron a todos esos niños victimas del abuso y del hambre por un sistema capitalista que empobrece cada vez más al pueblo? ¿o por qué no transmiten la violencia cada vez más amenazante entre los pseudo estudiantes de nuestras instituciones? creo que al lector le toca adivinar-. Todo para que, como diría mi fiel escudero Elrich, no se den cuenta del "sablazo" de que nuestra economía a caído, que pese a que la ONU se niega a una guerra, un país se brinca las normas impuestas, todo para que se note menos que PEMEX ya no es totalmente nuestro, sino que poco a poco se privatiza.
Aún no logro imaginar que quieren lograr con atemorizarnos con una epidemía que todavía ni siquiera es realmente una epidemía; uno está preocupado por la economía mundial, enciende su televisor, y encuentra noticias, todo el día, todos los días, sobre la influenza. ¿A mí qué carajos me importa la influenza? Todos los días salgo de mi casa, sin cubreboca, a lugares concurridos y no me infecto; la amenaza no es la influenza como enfermedad, es la influenza coo distractor.
Cuando alguien quiere ocultar un defecto en la boca, como los dientes chuecos de mi escudero Elrich McKenzie, mueve las manos, evita reír o hacer ruido que pueda atraer la atención a la boca; o como mi otro escudero, Leontesinos, quien para evitar que se note su falta de atención a lo que le dice uno, dice una broma con lo último que se le ha dicho; así, nos hablan de influenza, de enfermedad, de epidemía, para llevar nuestra atención a un lugar bastante distante al que quieren ocultar. Las mujeres que tienen ojos terriblemente feos creen que por ponerse pintura se le verán mejores, o aquellas que su boca no provoca querer besarla, creen que embarrándole manteca será más apetecible. En fin, ese no es el punto que se juzga, al fin, Quevedo y otros casi tan grandes como yo se han burlado de esto.
Durante la última sesión de nuestro gremio distinguido, hace un par de días, Elrich llegó descaradamente con un cubrebocas argumentando que lo tenía para ocultar sus dientes porque en otra ocasión ya había hablado de ellos (cfr. El papel de una imagen como sustitución de la palabra, editorial Paradoja, México, 2009) y que la gente lo veía con insistencia a la boca; luego Ardo Castillo, con cierto descaro, dijo que "Su altavoz propagaba el virus más rápido y por eso no había trabajado"; bueno, después de la más cínica muestra de que los medios moldean a su gusto las mente de mis jovenes pupilos, hablamos largo a cerca de este sistema, el más fácil y el más eficaz modo de engañar. Lástima de los pobres que aún son credulos, como Elrich y Ardo. Bien, existen varias teorías, algunas de extrema paranoia del por qué el único problema de la influenza es que se ha convertido en lo único de lo que se habla ahora mismo. El problema puede ir desde lo económico hasta lo político, social, cultural (eso si daría horror); ya di ejemplo del chupacabras, de los "emos", y honestamente, yo soy un ciudadano que ya no le cree ni a los medios ni al gobierno, hay que ver hacia atras y podremos ver que siempre es la misma treta, espectaculos de realidad (reallity shows), programas de concursos, y la lista de distractores es larga; cuando algo anda mal, surge algo que te maquillan como peor, y te olvidas de lo realmente importante.
La población entera debería estar cansada de tantos engaños, ¿por qué nunca exigimos más información de lo que nos afectará y no en una epidemía que sólo causará histeria colectiva sin que se den los resultados que predicen? ¿Por qué nunca pasan en pantalla a un infectado de verdad y sólo se habla de los que supuestamente ya salieron de peligro? Según me han comentado, este problema ya va más allá de lo estatal, incluso más allá de lo federal, pero ¿no el chupacabras atacó en toda Latinoamérica? Para concluir con mi queja, por más perfecto y bueno que sea un disfraz, cuando se pone un poco de atención, se nota lo falso que es. Y los engaños que faltan; y luego, los comerciales de que hay que aguantar, hay que participar, porque quejarse no sirve de nada, hay que valer la democracia; desafortunadamente la democracia aquí es que los de arriba decidan quién nos gobierna, quien tendrá el control. Mi "voz" y mi "voto" no tienen peso, seré honesto, el gobierno hace lo que quiere sin preguntarnos, si no creen, pongan un poco de atención a lo que "supuestamente hace y nos benefcia".

Octavio Guerra.

16/3/09

Correspondencias.



Se me hizo agradable la idea —con anterior consentimiento por parte de Guerra— de publicar las primeras dos cartas —la que mandé yo y la contestación— de una larga correspondencia que aún tengo con mi gran amigo, poeta, ensayista, cuentista, traductor y gran erudito —el “gran”, quiero aclarar, está sujeto al grado de conocimiento que tiene Octavio, así que dependiendo de que tanto sepan de él, será la erudición a la que aludo con ese “gran”—; digo que se me hizo agradable porque, algunos gazmoños adictos a la tecnología o de una generación en la cual ya los sistemas arcaicos de comunicación son para ellos cosas del siglo XIX, conozcan un poco qué es una carta que no es precisamente enviada por e-mail, y que desde la invención del teléfono y el telegrama ha sido un poco desvirtuado y desusado; también me parece justo, que conozcan un significado más de la palabra correspondencia —esto lo incluyo por petición de Octavio—, que es a la cual hago aquí referencia: el sistema de comunicación mediante escritos de puño y letra o con máquina de escribir —esta máquina es el inmediato antecesor de este sistema complejo por el cual consultas y ves estas palabras— que se reciben por un tardado proceso que no describiré aquí pero que puede usted consultar con su cartero preferido —para explicar un poco, se podría usar una analogía del cartero con su servicio de e-mail (Hotmail, yahoo, gmail, etc.)— y a la cual se contesta por medio del mismo proceso, muy popular en siglos anteriores; a diferencia del significado tan popular que se utiliza para designar las similitudes entre distintas situaciones (literarias —internas o externas—, ocasionales, circunstanciales, metódicas, etc.). Así, sin más, en conjunto con mi gran amigo y hermano de letras Octavio Guerra —el Tavo bélico para los amigos—, les invito a leer el facsimilar de una forma ancestral y centenaria de comunicación, y sin más preámbulos les presento: La carta —para más información consulte con el ya citado cartero si el hambre no los ha extinguido, o puede ir al museo o consultar en una enciclopedia—:

Ciudad de México, a 28 de diciembre del 2008.

Estimado y admirado Octavio:

Probablemente cuando recibas esta carta habrán sucedido dos cosas de capital importancia para la recepción de la misma:

1. Que conociendo mi inquietante deficiencia mental en cuanto de memoria se trata, que olvide que carajos te escribo en la presente y cuando respondas, si es que decides hacerlo de la misma atenta manera en que yo lo hago, por carta, ignore totalmente lo que ésta dice y te mande otra misiva preguntando por qué me escribiste lo que sea que me escribas como respuesta, volviendo un círculo vicioso lo que espero que sea una larga correspondencia; pensándolo bien, ¿qué circulo no es vicioso?; o
2. Conociendo mi inquietante deficiencia para esperar un suceso cualquiera, en este caso, la recepción y respuesta de mi carta, desespere y caiga en la tentación de que la próxima vez que te vea, lo cual espero con ansias, te cuente lo que ésta contiene; o simplemente haga a un lado mis impulsos románticos y acabe sucumbiendo ante la tentación de mandarte un e-mail y la carta cuando llegue carezca de significado alguno, o haya pasado de moda, si se me permite la metáfora, porque incluso ya hayamos dialogado, discutido y llegado a conclusiones satisfactorias, como las que uno puede sacar hablando contigo; entonces, la única función que tendrá haber expuesto mis ideas en este papel, sea para que las tengas presentes en años venideros, o para que a la siguiente mañana de su recepción, puedas prender tu boiler.

Volviendo a lo de mi escasa retención, he rozado este tema con acierto, pues durante mi larga explicación del destino de esta carta y mi comportamiento durante el trayecto he olvidado de qué diantres quería hacerte saber mediante la presente.
Pero bueno, de ante mano sé que ante una persona como tú, se puede hablar de casi cualquier tema que tu sepas manejar y que conozcas; pero antes de entrar en otras discusiones y que lo olvide, quería agradecerte por tu oportuna participación y sugerencias en la corrección de algunos de mis poemas, si no los más celebres (¿existiría tal adjetivación para mis insípidas y trashumantes líneas poéticas y prosísticas?) sí los que más me han convencido de que he podido hallar ese punto ecléctico entre la vida y el sueño: la nada.
Y ya que he dicho la nada, y que no recuerdo de que quería tratar contigo, la nada me parece un buen tema. Creo, con temor de equivocarme, que la nada gobierna la más grande parte del tiempo, piénsalo, antes de nacer éramos nada, después de nacer seremos nada; es de suponer que hablo de nuestra esencias, pues antes de nacer, por largo tiempo somos espermas, y después de morir, por largo tiempo somos carroña pestilente, luego comida de gusanos, luego comida de pájaros, y al final de ese ciclo de alimentación, seremos cagada, aunque conozco ciertos casos de gente que sin necesidad de morir ya lo son, cfr. Al presidente actual de nuestra linda nación (nótese la ironía de la palabra linda) y su séquito de delincuentes, perdón, burócratas, diputados, senadores y los secretarios; a todos esos militares prepotentes e imbéciles en cuanto toda la extensión de la palabra, Bush, y, para abreviar un poco, todos aquellos explotadores que ven en cada trabajador una máquina fácilmente explotable y manipulable, lástima de la población en general que se deja abusar.
Perdón por el paréntesis panfletario, pero me permito esta libertad por la capacidad de intimar contigo gracias a este medio. La nada, vuelvo, esa nada que compone el universo, esa nada que a veces es necesaria para llenar nuestras vidas y no dejarlas, al fin, tan vacías. Esa nada colorida, perturbadora, ¿quién me afirma que lo que veo sólo es lo que quiero ver y frente sólo hay un enorme montón de nada, como decía Bukowski?
Sería bueno indagar un poco en estás dicotomías, ¿no es así che? y pues, ya que te quite el tiempo hablando de nada, pido una disculpa de antemano, pues sé que tienes cosas más importantes de que ocuparte en lugar de estar pensando en nada como te propongo; pero podemos nadear en nuestra próxima reunión.

Atenta y cordialmente, tu amigo, servidor y admirador:

Elrich Zahn.

Por una vida más irreal y subversiva.
P.D. La nada es utópica, podemos pensar en ella, pero no podemos culminarla.

Ahora, la carta con la que me responde el sensato y agraciado Octavio Guerra.

Ciudad de México a 6 de enero del 2009.

Estimado e inestable Elrich:

Me sorprende vuestra fuerza de voluntad, pese a las constantes reuniones no se os escapó nada de lo que tratas en vuestra misiva, y espero que no olvidéis lo que estaremos tratando en nuestra correspondencia durante el tiempo venidero.
Para desdicha de ambos, también olvidasteis nadear conmigo, pero eso por ahora lo podemos postergar. Permíteme unirme con todo el descaro que me es posible a tu idea de la mierda y los políticos, de la mierda y los empresarios, e incluyo, pues probablemente lo habéis olvidado, la relación entre la mierda y el capitalismo, que creo que resume toda la mierda que ha caído sobre la humanidad.
Con respecto a la nada, tuve el placentero placer de releer algunos cuentos y algunos poemas en los cuales tratáis el tema con excelsa delicadeza, con suma inmersión en el asunto, y está demás citar algunos fragmentos tuyos, pues los conocerás muy bien, sólo piensa un poco, has lo posible por recordar. He llegado, gracias a otras lecturas, a otros anónimos héroes que se han encargado denunciar la vacuidad de la vida, a pensar con la severidad de un monje, que la vida es, en suma, ochenta por ciento nada, veinte por ciento infancia, claro que hay excepciones, y éstas son excepcionales, se trata de aquellos valientes que se sacrifican en el útero de sus madres, en los accidentes, que reciben los golpes, los abusos, las injusticias y la miseria por nosotros; esos que no han llegado a los quince años y mueren, que tienen en su vida cien por ciento nada de nada, sin vacuidad. Pregunto a vuestra merced, ¿a caso tiene sentido la vida cuando a uno le hacen creer que seguir siendo niño es un pecado que se tiene que purgar con trabajos monótonos y aburridos, con seriedad mortal, matando nuestra posesión más preciada, la imaginación? Haciendo un lado el sentido romántico que nos ha atacado, qué nos queda en esta miserable vida sino el soñar, qué le impregna sentido a nuestra insignificante vida sino pasarla tratando de realizar nuestros sueños.
Me desvié un poco del tema, pero puedo regresar al camino; qué son los sueños sino simples visiones inexistentes, he ahí, que como decías en la carta anterior, que debemos llenar con nada lo vacío, si pensamos que los sueños, sueños son, como dice Calderón (de la Barca, no el de la basca, perdón, Hinojosa); sueños como alimento para el espíritu, que no atraviesan el umbral de lo tangible.
Insigne e ilustre amigo mío, mi postura final, pero no decisiva, no porque ya no tenga que decir, sino que ya no tengo papel —se me ha terminado el papel higiénico y tuve que suplirlo con el que escribo— y la tinta está próxima a pasar a mejor vida, la de las letras, es que la nada no tiene nada de misterioso, místico o superfluo, todo lo contrario; sólo quiero darte a saber que creo, al igual que vuestra merced, la nada es utópica y en vuestra merced, un tópico.

Con agrado y esperando impaciente su próxima misiva:

Octavio Guerra.

Estas son, al fin las dos carta con las que se inicia una larga y pesada correspondencia.
Nota de los autores: Para más información y referencias sobre las palabras usadas aquí, como: boiler, cartero, Calderón (como sinónimo de mierda), diciembre, inestable, Guerra, Elrich, Ciudad, consulte el diccionario de autoridades; para palabras como nadear, haga el favor ponerse al pendiente de nuestra próxima reunión y se lo explicamos con detalle. Para palabras como romántico, Calderón (como sinónimo de genialidad), vea por favor el Diccionario del estilo literario, edición de Zahn, Leontesinos, Castillo, Lavalle, Guerra, editorial Paradoja, 2008, México.

Elrich Zahn y Octavio Guerra.

26/2/09

Una frase celebre y muy cierta.

Destruir la heladería de todo tipo de cánones, que cambian la inspiración en hielo.

Maiakovski.

29/1/09

Pró-logos

Lector o lectora nominada/o para ser un ser apreciable y digna/o del respeto de todos nosotros que luchamos incansablemente por radicar el tedio de vuestra insigne vida, el presente volumen presenta a los presentes y aun vivos escritores que, si bien no tienen nada que ver con el canon y su destructora forma de hacer las cosas, si contiene -aunque a vuestra merced se le concede el derecho de dudar de lo que digo- un tanto de eclecticismo, el cual retoma, si vuestra merced es atento y observador, un poco de vanguardias ya empolvadas y en desuso; no vaya a creer, no obstante, que nuestro deseo es resucitar la ya muerta andante caballería, porque sería profanar la ya mil veces profanada genialidad de nuestro dios y maestro Cervantes. No, lector o lectora imberbe, respetable e incluso ya ahora querida/o, vuestra merced hallará cosas dignas de no contarse y mucho menos de ser versadas, pero los autores creyeron pertinente hacerlo, ¿Por qué? Probablemente se pregunte, y será algo impertinente e incluso absurdo interrogar a los mismos autores de tal barbarie.
Si bien no existe una buena razón para escribir las chabacanas y peregrinas cosas que el presente volumen contiene, tampoco las hubo para no escribirlas, y aunque desconocidos en materia literaria mas no para algunas personas que los han visto en algún punto muerto en medio de vuestra hora, sabremos de ellos más de lo que esperábamos, pues, aunque el presente volumen antologado por distinto personajes expertos en el quehacer literario no contiene una biografía ni detalles de los autores, como el hecho de que Elrich Zahn es un anacoreta que se la vive leyendo en su casa y prefiere los libros a las personas o que Carlos Mackenzie sufre no sólo de una ligera paranoia, sino que es actual presa de la tan temida enfermedad psicológica llamada psicosis y otra igual de temible llamada esquizofrenia, o que Montesinos es tremendamente avaro con las palabras, así que si algún día lo llega a encontrar no espere que le vaya a hacer la plática, o como Ardo Castillo, quien redunda y habla hasta por los codos, o Jorge Lavalle, quien no le podremos encontrar ilación coherente a lo que dice; no, no hallara vuestra merced este tipo de información entre estas líneas que se recopilan, mas sí hallará vuestra merced, no obstante, vertidas aquí algunas partes que pertenecen sin temor a equivocarme a su ideología y su pensar; pero no deduzca vuestra merced que luego de leer este volumen campechano podrá saber leer su mente y deducir que lo aquí expresado es inmutable, porque un rasgo que caracteriza a nuestros autores implacables y unilaterales es el hecho de mudar de voluntad y de ideología cada que se les hincha el ego.
Mientras tanto, estimada/o lector/a, le adelanto, y me atrevo a decir como especialista literario reconocido por mis creadores, que usted pasará un buen rato con esta antología que rinde culto y alaba al buen humor y a la matización de ideas y sentimientos. Sin nada más que agregar, aproveche vuestra merced de este volumen y aprenda de él a no ser tan simple e ingenuo.
Ah… no se me debe pasar decirle a vuestra merced, que cualquier rasgo de egocentría, falta o exceso de escrúpulos, animosos deseos de insultar a algún particular, exceso de sarcasmo, ironía o cinismo o el obvio sinismo, faltas a la moral, a la realidad incluso a la verosimilitud, no es más que pura y singular coincidencia.
Que les aproveche.
Atentamente, su servidor, singular, amado, talentoso, maravilloso, execrable, llano e imitable personaje:

Octavio Guerra.