A lo largo de mi vida, que no estan corta pero les puedo asegurar sin miedo que tampoco es tan larga, me ha tocado vivir demasiadas decepciones como para saber que todo el mundo miente, engaña e intenta ser lo más hipócrita posible por no dejar a la luz que tienen problemas, que son perfectos y que de lo último que se les puede acusar es de algún defecto; abundan en todos los lugares: universidades (sobre todo ahí), bares, congresos, plazas. Hay una larga tradición de aparentar frente a los otros, ya Quevedo satirizó está situación en varios poemas, igual que Cervantes, Calderón, incluso en nuestros tiempos, los Dialógos sobre pretención, hedonismo y otras supercherías que fueron editadas por Paradoja ediciones, en la cual hemos participado Elrich McKenzie, Leontesinos, Ardo Castillo, Jorge Lavalle y su servidor, y hemos contribuido cada uno hablando acerca del papel del engaño cómo maquillaje con los cuales sólo resaltan los errores de los demás.
Así, estos peluquines, labiales, sombras, rubor, depiladores y demás terrores que uno se aplica para verse "mejor", se pueden aplicar en casi cualquier ambito. Aún recuerdo cuando estuvo de moda que todo mundo hablara del chupacabras que debió llamarse mejor chupaeconomía, luego vinieron los ovnis, a secuestrar nuestra atención y llevarla lejos de guerras mal infundadas e injustas, luego el "problema emo" con el cual se conmovió todo el país por una bola de niños que ni siquiera saben lo que quieren pero son agredidos -¿por qué no mejor transmitieron a todos esos niños victimas del abuso y del hambre por un sistema capitalista que empobrece cada vez más al pueblo? ¿o por qué no transmiten la violencia cada vez más amenazante entre los pseudo estudiantes de nuestras instituciones? creo que al lector le toca adivinar-. Todo para que, como diría mi fiel escudero Elrich, no se den cuenta del "sablazo" de que nuestra economía a caído, que pese a que la ONU se niega a una guerra, un país se brinca las normas impuestas, todo para que se note menos que PEMEX ya no es totalmente nuestro, sino que poco a poco se privatiza.
Aún no logro imaginar que quieren lograr con atemorizarnos con una epidemía que todavía ni siquiera es realmente una epidemía; uno está preocupado por la economía mundial, enciende su televisor, y encuentra noticias, todo el día, todos los días, sobre la influenza. ¿A mí qué carajos me importa la influenza? Todos los días salgo de mi casa, sin cubreboca, a lugares concurridos y no me infecto; la amenaza no es la influenza como enfermedad, es la influenza coo distractor.
Cuando alguien quiere ocultar un defecto en la boca, como los dientes chuecos de mi escudero Elrich McKenzie, mueve las manos, evita reír o hacer ruido que pueda atraer la atención a la boca; o como mi otro escudero, Leontesinos, quien para evitar que se note su falta de atención a lo que le dice uno, dice una broma con lo último que se le ha dicho; así, nos hablan de influenza, de enfermedad, de epidemía, para llevar nuestra atención a un lugar bastante distante al que quieren ocultar. Las mujeres que tienen ojos terriblemente feos creen que por ponerse pintura se le verán mejores, o aquellas que su boca no provoca querer besarla, creen que embarrándole manteca será más apetecible. En fin, ese no es el punto que se juzga, al fin, Quevedo y otros casi tan grandes como yo se han burlado de esto.
Durante la última sesión de nuestro gremio distinguido, hace un par de días, Elrich llegó descaradamente con un cubrebocas argumentando que lo tenía para ocultar sus dientes porque en otra ocasión ya había hablado de ellos (cfr. El papel de una imagen como sustitución de la palabra, editorial Paradoja, México, 2009) y que la gente lo veía con insistencia a la boca; luego Ardo Castillo, con cierto descaro, dijo que "Su altavoz propagaba el virus más rápido y por eso no había trabajado"; bueno, después de la más cínica muestra de que los medios moldean a su gusto las mente de mis jovenes pupilos, hablamos largo a cerca de este sistema, el más fácil y el más eficaz modo de engañar. Lástima de los pobres que aún son credulos, como Elrich y Ardo. Bien, existen varias teorías, algunas de extrema paranoia del por qué el único problema de la influenza es que se ha convertido en lo único de lo que se habla ahora mismo. El problema puede ir desde lo económico hasta lo político, social, cultural (eso si daría horror); ya di ejemplo del chupacabras, de los "emos", y honestamente, yo soy un ciudadano que ya no le cree ni a los medios ni al gobierno, hay que ver hacia atras y podremos ver que siempre es la misma treta, espectaculos de realidad (reallity shows), programas de concursos, y la lista de distractores es larga; cuando algo anda mal, surge algo que te maquillan como peor, y te olvidas de lo realmente importante.
La población entera debería estar cansada de tantos engaños, ¿por qué nunca exigimos más información de lo que nos afectará y no en una epidemía que sólo causará histeria colectiva sin que se den los resultados que predicen? ¿Por qué nunca pasan en pantalla a un infectado de verdad y sólo se habla de los que supuestamente ya salieron de peligro? Según me han comentado, este problema ya va más allá de lo estatal, incluso más allá de lo federal, pero ¿no el chupacabras atacó en toda Latinoamérica? Para concluir con mi queja, por más perfecto y bueno que sea un disfraz, cuando se pone un poco de atención, se nota lo falso que es. Y los engaños que faltan; y luego, los comerciales de que hay que aguantar, hay que participar, porque quejarse no sirve de nada, hay que valer la democracia; desafortunadamente la democracia aquí es que los de arriba decidan quién nos gobierna, quien tendrá el control. Mi "voz" y mi "voto" no tienen peso, seré honesto, el gobierno hace lo que quiere sin preguntarnos, si no creen, pongan un poco de atención a lo que "supuestamente hace y nos benefcia".
Octavio Guerra.
Así, estos peluquines, labiales, sombras, rubor, depiladores y demás terrores que uno se aplica para verse "mejor", se pueden aplicar en casi cualquier ambito. Aún recuerdo cuando estuvo de moda que todo mundo hablara del chupacabras que debió llamarse mejor chupaeconomía, luego vinieron los ovnis, a secuestrar nuestra atención y llevarla lejos de guerras mal infundadas e injustas, luego el "problema emo" con el cual se conmovió todo el país por una bola de niños que ni siquiera saben lo que quieren pero son agredidos -¿por qué no mejor transmitieron a todos esos niños victimas del abuso y del hambre por un sistema capitalista que empobrece cada vez más al pueblo? ¿o por qué no transmiten la violencia cada vez más amenazante entre los pseudo estudiantes de nuestras instituciones? creo que al lector le toca adivinar-. Todo para que, como diría mi fiel escudero Elrich, no se den cuenta del "sablazo" de que nuestra economía a caído, que pese a que la ONU se niega a una guerra, un país se brinca las normas impuestas, todo para que se note menos que PEMEX ya no es totalmente nuestro, sino que poco a poco se privatiza.
Aún no logro imaginar que quieren lograr con atemorizarnos con una epidemía que todavía ni siquiera es realmente una epidemía; uno está preocupado por la economía mundial, enciende su televisor, y encuentra noticias, todo el día, todos los días, sobre la influenza. ¿A mí qué carajos me importa la influenza? Todos los días salgo de mi casa, sin cubreboca, a lugares concurridos y no me infecto; la amenaza no es la influenza como enfermedad, es la influenza coo distractor.
Cuando alguien quiere ocultar un defecto en la boca, como los dientes chuecos de mi escudero Elrich McKenzie, mueve las manos, evita reír o hacer ruido que pueda atraer la atención a la boca; o como mi otro escudero, Leontesinos, quien para evitar que se note su falta de atención a lo que le dice uno, dice una broma con lo último que se le ha dicho; así, nos hablan de influenza, de enfermedad, de epidemía, para llevar nuestra atención a un lugar bastante distante al que quieren ocultar. Las mujeres que tienen ojos terriblemente feos creen que por ponerse pintura se le verán mejores, o aquellas que su boca no provoca querer besarla, creen que embarrándole manteca será más apetecible. En fin, ese no es el punto que se juzga, al fin, Quevedo y otros casi tan grandes como yo se han burlado de esto.
Durante la última sesión de nuestro gremio distinguido, hace un par de días, Elrich llegó descaradamente con un cubrebocas argumentando que lo tenía para ocultar sus dientes porque en otra ocasión ya había hablado de ellos (cfr. El papel de una imagen como sustitución de la palabra, editorial Paradoja, México, 2009) y que la gente lo veía con insistencia a la boca; luego Ardo Castillo, con cierto descaro, dijo que "Su altavoz propagaba el virus más rápido y por eso no había trabajado"; bueno, después de la más cínica muestra de que los medios moldean a su gusto las mente de mis jovenes pupilos, hablamos largo a cerca de este sistema, el más fácil y el más eficaz modo de engañar. Lástima de los pobres que aún son credulos, como Elrich y Ardo. Bien, existen varias teorías, algunas de extrema paranoia del por qué el único problema de la influenza es que se ha convertido en lo único de lo que se habla ahora mismo. El problema puede ir desde lo económico hasta lo político, social, cultural (eso si daría horror); ya di ejemplo del chupacabras, de los "emos", y honestamente, yo soy un ciudadano que ya no le cree ni a los medios ni al gobierno, hay que ver hacia atras y podremos ver que siempre es la misma treta, espectaculos de realidad (reallity shows), programas de concursos, y la lista de distractores es larga; cuando algo anda mal, surge algo que te maquillan como peor, y te olvidas de lo realmente importante.
La población entera debería estar cansada de tantos engaños, ¿por qué nunca exigimos más información de lo que nos afectará y no en una epidemía que sólo causará histeria colectiva sin que se den los resultados que predicen? ¿Por qué nunca pasan en pantalla a un infectado de verdad y sólo se habla de los que supuestamente ya salieron de peligro? Según me han comentado, este problema ya va más allá de lo estatal, incluso más allá de lo federal, pero ¿no el chupacabras atacó en toda Latinoamérica? Para concluir con mi queja, por más perfecto y bueno que sea un disfraz, cuando se pone un poco de atención, se nota lo falso que es. Y los engaños que faltan; y luego, los comerciales de que hay que aguantar, hay que participar, porque quejarse no sirve de nada, hay que valer la democracia; desafortunadamente la democracia aquí es que los de arriba decidan quién nos gobierna, quien tendrá el control. Mi "voz" y mi "voto" no tienen peso, seré honesto, el gobierno hace lo que quiere sin preguntarnos, si no creen, pongan un poco de atención a lo que "supuestamente hace y nos benefcia".
Octavio Guerra.